PRUEBITA

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Un 10 de diciembre. No sé, me gusta esa fecha para haber nacido.

No sabía entonces -aunque lo supe muy pronto- que yo era una chica especial. Diferente. No era aún consciente de que cuando naces lo que más importa en el reparto de «suertes de nueva vida» es quien te la brinda.
La madre que te toca. Y yo…. había nacido de una madre MÁGICA!!!!
SOY SIN DUDA UNA CHICA MUY AFORTUNADA.

De entre todos los tipos de madre que pueden tocarte, la MADRE MÁGICA es la más alta de las categorías. Pues se juntan en ella todas las características de las madres y del amor más puro que existe en la Tierra y hacen que el ser humano siga habitandola, pero además se añaden otras suertes que hacen de la Madre Mágica alguien especial para el ecosistema emocional de todo el Planeta.

Creo que al nacer la vida nos da unas «cartas» como en una partida de pócker. Nos da más o menos salud. Más o menos belleza. Más o menos inteligencia… y así en todas las características y circunstancias que conforman un pequeño ser humano. Pero si nos da una Madre Mágica -cosa que sucede en pocas ocasiones a bebés muy muy afortunados- además nos da dos comodines (uno de ellos un poco difícil de interpretar para mí)… y lo más importante, nos enseña a jugar esas cartas y… lo más importante aún, nos enseña a disfrutar jugando… el juego de la vida.

Así que a corta edad ya me dí cuenta que tener una Madre Mágica hace que el resto de cartas importara mucho menos que en el resto de las personas.  Aunque parezca mentira importaba más que cosas tan importantes como la salud o la suerte o la condición física.

Disfruté mucho mi infancia, mi primera juventud con mi Madre Mágica. Era totalmente diferente al resto de vidas y existencias que me rodeaban. No tenía las mismas reglas, ni los mismos parámetros. Todo era un juego!! Una alegría!! Una posibilidad!!! Una gran suerte !!! Era como escuchar siempre la mejor de las músicas en un repeat constante.

Nunca me ha dado lecciones. Jamás. Sólo he tenido que observarla.
Pocas veces me ha regañado. Sólo he tenido que escucharla.
Y todas las veces y en todos los momentos la he sentido dentro de mí.
Aún en la distancia siempre he sabido dónde y cómo está. Quizás las Madres Mágicas nos regalan eso también, porque es una sensación extraordinaria de interconexión cósmica.

Siempre quise ser mayor, no sé porqué. Para hacer las cosas que hacían los mayores supongo.
Pero pensaba que sólo los niños tenían Madres Mágicas así que cuando me fuí de casa, jóven para los tiempos que corren, pensé que mi madre «bajaría» a la categoría de «Madre Extraordinaria».

Pero tengo 35 años y esa magia perdura, crece, muta.. es como las hadas de los cuentos que acumulan poderes y van teniendo más a lo largo de la eternidad. No sé explicarlo.

Cuando la vida te pone en situaciones tan difíciles que piensas que tiene que salir a flote sí o sí la parte humana y el miedo que restan magia y lo hacen todo más común…. La Madre Mágica se hace aún mas Mágica.
Envuelve todo con un halo de belleza extraordinaria y amor, y te da otro comodín, el más importante de todos cuantos se pueden tener. La lección de vida más extraordinaria. La capacidad de GENERAR MAGIA en todo cuanto la rodea. Incluso en desconocidos.

Esta experiencia vital tan dura, de ver a mi Madre Mágica malita porque está dentro de un cuerpo humano que puede enfermar, me está haciendo vivir paradójicamente los mejores momentos de mi vida. Por encima de mis grandes amores y de mis grandes viajes.
Todo cuando rodea esta desafortunada circunstancia es bello. Desprende magia que se expande e impregna su habitación, la planta donde está, y llega a los corazones de médicos, enfermeras, compañeros… es algo increíble. El mayor poder de todos… SACAR LA MAGIA DE LOS DEMÁS CON UNA SONRISA. Sin una sola palabra.

Sacar el ego de la ecuación y ver un generador de amor tan potente, una capacidad de hacer bonito lo que debería ser desagradable, de unir, de abrir los ojos, de tomar conciencia, de vivir en un mundo que es tal y como debería ser.

Creo que sigue habiendo más luz que nubes negras en el mundo gracias única y exclusivamente a las Madres Mágicas. Que por supuesto, son también ESPOSAS MÁGICAS, AMIGAS MÁGICAS, AMANTES MÁGICAS, HERMANAS MÁGICAS…

Y ahora, me he dado cuenta que el resto de las suertes que no me han tocado, no las necesito. Porque ahora he aprendido a utilizar aquel comodín jeroglífico que me dio al nacer y que nunca había podido jugar por falta de conciencia.
El comodín de cerrar los ojos y pensar en mi Madre Mágica me da el poder de ser feliz en cualquier momento y circunstancia. Y la fuerza para hacer desaparecer de mi vida todo aquello que pone frenos a mi felicidad.

Y ni aunque en 10 vidas logre desarrollar todos sus dones y poderes innatos, tengo deberes para el resto de la eternidad sólo en el ejercicio de intentarlo.
Dios, ella es una Madre Mágica, si.

Pero yo… yo soy realmente UNA CHICA AFORTUNADA hasta el fin de mis días.

MI MADRE MÁGICA

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Nací un frío día de invierno hace 35 años.

Un 10 de diciembre. No sé, me gusta esa fecha para haber nacido.

No sabía entonces -aunque lo supe muy pronto- que yo era una chica especial. Diferente. No era aún consciente de que cuando naces lo que más importa en el reparto de «suertes de nueva vida» es quien te la brinda.
La madre que te toca. Y yo…. había nacido de una madre MÁGICA!!!!
SOY SIN DUDA UNA CHICA MUY AFORTUNADA.

De entre todos los tipos de madre que pueden tocarte, la MADRE MÁGICA es la más alta de las categorías. Pues se juntan en ella todas las características de las madres y del amor más puro que existe en la Tierra y hacen que el ser humano siga habitandola, pero además se añaden otras suertes que hacen de la Madre Mágica alguien especial para el ecosistema emocional de todo el Planeta.

Creo que al nacer la vida nos da unas «cartas» como en una partida de pócker. Nos da más o menos salud. Más o menos belleza. Más o menos inteligencia… y así en todas las características y circunstancias que conforman un pequeño ser humano. Pero si nos da una Madre Mágica -cosa que sucede en pocas ocasiones a bebés muy muy afortunados- además nos da dos comodines (uno de ellos un poco difícil de interpretar para mí)… y lo más importante, nos enseña a jugar esas cartas y… lo más importante aún, nos enseña a disfrutar jugando… el juego de la vida.

Así que a corta edad ya me dí cuenta que tener una Madre Mágica hace que el resto de cartas importara mucho menos que en el resto de las personas.  Aunque parezca mentira importaba más que cosas tan importantes como la salud o la suerte o la condición física.

Disfruté mucho mi infancia, mi primera juventud con mi Madre Mágica. Era totalmente diferente al resto de vidas y existencias que me rodeaban. No tenía las mismas reglas, ni los mismos parámetros. Todo era un juego!! Una alegría!! Una posibilidad!!! Una gran suerte !!! Era como escuchar siempre la mejor de las músicas en un repeat constante.

Nunca me ha dado lecciones. Jamás. Sólo he tenido que observarla.
Pocas veces me ha regañado. Sólo he tenido que escucharla.
Y todas las veces y en todos los momentos la he sentido dentro de mí.
Aún en la distancia siempre he sabido dónde y cómo está. Quizás las Madres Mágicas nos regalan eso también, porque es una sensación extraordinaria de interconexión cósmica.

Siempre quise ser mayor, no sé porqué. Para hacer las cosas que hacían los mayores supongo.
Pero pensaba que sólo los niños tenían Madres Mágicas así que cuando me fuí de casa, jóven para los tiempos que corren, pensé que mi madre «bajaría» a la categoría de «Madre Extraordinaria».

Pero tengo 35 años y esa magia perdura, crece, muta.. es como las hadas de los cuentos que acumulan poderes y van teniendo más a lo largo de la eternidad. No sé explicarlo.

Cuando la vida te pone en situaciones tan difíciles que piensas que tiene que salir a flote sí o sí la parte humana y el miedo que restan magia y lo hacen todo más común…. La Madre Mágica se hace aún mas Mágica.
Envuelve todo con un halo de belleza extraordinaria y amor, y te da otro comodín, el más importante de todos cuantos se pueden tener. La lección de vida más extraordinaria. La capacidad de GENERAR MAGIA en todo cuanto la rodea. Incluso en desconocidos.

Esta experiencia vital tan dura, de ver a mi Madre Mágica malita porque está dentro de un cuerpo humano que puede enfermar, me está haciendo vivir paradójicamente los mejores momentos de mi vida. Por encima de mis grandes amores y de mis grandes viajes.
Todo cuando rodea esta desafortunada circunstancia es bello. Desprende magia que se expande e impregna su habitación, la planta donde está, y llega a los corazones de médicos, enfermeras, compañeros… es algo increíble. El mayor poder de todos… SACAR LA MAGIA DE LOS DEMÁS CON UNA SONRISA. Sin una sola palabra.

Sacar el ego de la ecuación y ver un generador de amor tan potente, una capacidad de hacer bonito lo que debería ser desagradable, de unir, de abrir los ojos, de tomar conciencia, de vivir en un mundo que es tal y como debería ser.

Creo que sigue habiendo más luz que nubes negras en el mundo gracias única y exclusivamente a las Madres Mágicas. Que por supuesto, son también ESPOSAS MÁGICAS, AMIGAS MÁGICAS, AMANTES MÁGICAS, HERMANAS MÁGICAS…

Y ahora, me he dado cuenta que el resto de las suertes que no me han tocado, no las necesito. Porque ahora he aprendido a utilizar aquel comodín jeroglífico que me dio al nacer y que nunca había podido jugar por falta de conciencia.
El comodín de cerrar los ojos y pensar en mi Madre Mágica me da el poder de ser feliz en cualquier momento y circunstancia. Y la fuerza para hacer desaparecer de mi vida todo aquello que pone frenos a mi felicidad.

Y ni aunque en 10 vidas logre desarrollar todos sus dones y poderes innatos, tengo deberes para el resto de la eternidad sólo en el ejercicio de intentarlo.
Dios, ella es una Madre Mágica, si.

Pero yo… yo soy realmente UNA CHICA AFORTUNADA hasta el fin de mis días.

PRUEBA

Book-iPad-wallpaper-Flying-LettersNací un frío día de invierno hace 35 años.

Un 10 de diciembre. No sé, me gusta esa fecha para haber nacido.

No sabía entonces -aunque lo supe muy pronto- que yo era una chica especial. Diferente. No era aún consciente de que cuando naces lo que más importa en el reparto de «suertes de nueva vida» es quien te la brinda.
La madre que te toca. Y yo…. había nacido de una madre MÁGICA!!!!
SOY SIN DUDA UNA CHICA MUY AFORTUNADA.

De entre todos los tipos de madre que pueden tocarte, la MADRE MÁGICA es la más alta de las categorías. Pues se juntan en ella todas las características de las madres y del amor más puro que existe en la Tierra y hacen que el ser humano siga habitandola, pero además se añaden otras suertes que hacen de la Madre Mágica alguien especial para el ecosistema emocional de todo el Planeta.

Creo que al nacer la vida nos da unas «cartas» como en una partida de pócker. Nos da más o menos salud. Más o menos belleza. Más o menos inteligencia… y así en todas las características y circunstancias que conforman un pequeño ser humano. Pero si nos da una Madre Mágica -cosa que sucede en pocas ocasiones a bebés muy muy afortunados- además nos da dos comodines (uno de ellos un poco difícil de interpretar para mí)… y lo más importante, nos enseña a jugar esas cartas y… lo más importante aún, nos enseña a disfrutar jugando… el juego de la vida.

Así que a corta edad ya me dí cuenta que tener una Madre Mágica hace que el resto de cartas importara mucho menos que en el resto de las personas. Aunque parezca mentira importaba más que cosas tan importantes como la salud o la suerte o la condición física.

Disfruté mucho mi infancia, mi primera juventud con mi Madre Mágica. Era totalmente diferente al resto de vidas y existencias que me rodeaban. No tenía las mismas reglas, ni los mismos parámetros. Todo era un juego!! Una alegría!! Una posibilidad!!! Una gran suerte !!! Era como escuchar siempre la mejor de las músicas en un repeat constante.

Nunca me ha dado lecciones. Jamás. Sólo he tenido que observarla.
Pocas veces me ha regañado. Sólo he tenido que escucharla.
Y todas las veces y en todos los momentos la he sentido dentro de mí.
Aún en la distancia siempre he sabido dónde y cómo está. Quizás las Madres Mágicas nos regalan eso también, porque es una sensación extraordinaria de interconexión cósmica.

Siempre quise ser mayor, no sé porqué. Para hacer las cosas que hacían los mayores supongo.
Pero pensaba que sólo los niños tenían Madres Mágicas así que cuando me fuí de casa, jóven para los tiempos que corren, pensé que mi madre «bajaría» a la categoría de «Madre Extraordinaria».

Pero tengo 35 años y esa magia perdura, crece, muta.. es como las hadas de los cuentos que acumulan poderes y van teniendo más a lo largo de la eternidad. No sé explicarlo.

Cuando la vida te pone en situaciones tan difíciles que piensas que tiene que salir a flote sí o sí la parte humana y el miedo que restan magia y lo hacen todo más común…. La Madre Mágica se hace aún mas Mágica.
Envuelve todo con un halo de belleza extraordinaria y amor, y te da otro comodín, el más importante de todos cuantos se pueden tener. La lección de vida más extraordinaria. La capacidad de GENERAR MAGIA en todo cuanto la rodea. Incluso en desconocidos.

Esta experiencia vital tan dura, de ver a mi Madre Mágica malita porque está dentro de un cuerpo humano que puede enfermar, me está haciendo vivir paradójicamente los mejores momentos de mi vida. Por encima de mis grandes amores y de mis grandes viajes.
Todo cuando rodea esta desafortunada circunstancia es bello. Desprende magia que se expande e impregna su habitación, la planta donde está, y llega a los corazones de médicos, enfermeras, compañeros… es algo increíble. El mayor poder de todos… SACAR LA MAGIA DE LOS DEMÁS CON UNA SONRISA. Sin una sola palabra.

Sacar el ego de la ecuación y ver un generador de amor tan potente, una capacidad de hacer bonito lo que debería ser desagradable, de unir, de abrir los ojos, de tomar conciencia, de vivir en un mundo que es tal y como debería ser.

Creo que sigue habiendo más luz que nubes negras en el mundo gracias única y exclusivamente a las Madres Mágicas. Que por supuesto, son también ESPOSAS MÁGICAS, AMIGAS MÁGICAS, AMANTES MÁGICAS, HERMANAS MÁGICAS…

Y ahora, me he dado cuenta que el resto de las suertes que no me han tocado, no las necesito. Porque ahora he aprendido a utilizar aquel comodín jeroglífico que me dio al nacer y que nunca había podido jugar por falta de conciencia.
El comodín de cerrar los ojos y pensar en mi Madre Mágica me da el poder de ser feliz en cualquier momento y circunstancia. Y la fuerza para hacer desaparecer de mi vida todo aquello que pone frenos a mi felicidad.

Y ni aunque en 10 vidas logre desarrollar todos sus dones y poderes innatos, tengo deberes para el resto de la eternidad sólo en el ejercicio de intentarlo.
Dios, ella es una Madre Mágica, si.

Pero yo… yo soy realmente UNA CHICA AFORTUNADA hasta el fin de mis días.